miércoles, 26 de febrero de 2014

3er CONCURSO POÉTICO IES RAMÓN J. SENDER


La Biblioteca del IES Ramón J. Sender, dentro del Programa Poesía para Llevar. Leer juntos Poesía
os  invita a participar en el

3er CONCURSO POÉTICO IES RAMÓN J. SENDER

Con el objeto de fomentar entre los jóvenes estudiantes, sus familias y el personal vinculado a este Centro Educativo la creación literaria, se convoca la tercera edición con arreglo a las siguientes

BASES:

1. Podrán participar todos los miembros de la comunidad educativa del IES Ramón J. Sender durante el presente curso académico.

2. Se establece una única modalidad: POESÍA. La extensión máxima de la composición no debe superar los 25 versos.

3. Los trabajos podrán estar escritos en castellano o catalán

4. El tema de los trabajos es LIBRE.

5. Se podrá presentar un único trabajo por participante.

6. Los trabajos deberán ser inéditos y originales.

7. Presentación: los trabajos irán firmados con seudónimo o lema. Se presentarán dos copias del trabajo junto con un sobre en el que se incluirá una hoja de datos del autor o autora: nombre, apellidos, dirección, teléfono, curso y grupo.

8. Se establecen las siguientes categorías:
- Categoría 1: 1º, 2º,  3 º ESO y 1º Diversificación
- Categoría 2: 4º ESO, 2º Diversificación  y Bachillerato.
- Categoría 3: Personas adultas: familias, profesorado, y demás miembros de la Comunidad    Educativa.

9. Los premios consistirán en libros de poesía.

10. Los trabajos se entregarán antes del 19 de Marzo, en la biblioteca.

11. El jurado estará compuesto por los integrantes del grupo de biblioteca.

12. El fallo del jurado será inapelable y podrá declarar los premios  desiertos. El resultado se hará público el 26 de marzo.

13. Los originales premiados quedarán en poder del instituto, que podrá reproducirlos y utilizarlos libremente. Serán enviados al Grupo de Poesía para Llevar el día 1 de abril y los premios se fallarán  el 24 de abril.

14. La participación en este concurso implica la aceptación de las bases.

15. Los trabajos ganadores representarán  al I.E.S. Ramón J Sender  en el concurso que se celebra entre los veintiún institutos  que participan en la actividad  Poesía para llevar.

martes, 25 de febrero de 2014

VIVIR DEL CUENTO 7ª SEMANA




El pasado viernes 21 de Febrero colgamos el cartel de no hay entradas en la biblioteca del centro para disfrutar de la séptima sesión de Vivir del Cuento dedicada a Roald Dahl. Contamos con la inestimable  colaboración de las alumnas de 1ºde ESO Silvia, Hanae, Miriam y Carla en la lectura de Caperucita roja y el lobo y con la de Ester, Marta, Paula, Micaela, Marta y María en la lectura de Los Tres Cerditos.

Aquí les dejamos el cuento de Caperucita roja y el lobo: 
                                             
CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO
 
Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a casa de la Abuela.
"¿Puedo pasar, Señora?", preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: "¡Este me come de un bocado!".
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la Abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al Lobo no le fue de gran ayuda:
"Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme otra señora!".
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
"¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!"
-que así llamaba al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no en España-.
Y porque no se viera su fiereza,
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
y dijo: "¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!".
"Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas". "¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!". "Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista", dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo: "¡Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!".
El Lobo, estupefacto, dijo: "¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa".
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revólver del corsé,
con calma apuntó bien a la cabeza
y -¡pam!- allí cayó la buena pieza.
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabéis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.
 
 
 
 
 
 
 

martes, 18 de febrero de 2014

VIVIR DEL CUENTO 6ª SEMANA

El día de San Valentín fue el señalado para la sexta lectura de nuestro VIVIR DEL CUENTO. A continuación les dejamos el cuento de José María Merino para que podáis disfrutar de su lectura:
 
 

¿De modo que también han retrasado su vuelo? Pues entonces tenemos tiempo de sobra. Ya le dije que yo he sufrido muchas de estas huelgas. Había pasado varias cuando en una de ellas, esperando la oportunidad de la salida en el aeropuerto de Pamplona, conocí a Judith, una barcelonesa que trabaja en asuntos parecidos a los míos. Nos caímos bien y fuimos intimando, nos hicimos lo que se pudiera llamar novios, y el puente aéreo nos unía los fines de semana. Después de un tiempo, cuando parecía claro que estábamos hechos el uno para el otro, una de estas huelgas retrasó nuestra cita durante más de un día. Tuve que pasar demasiadas horas solo en el aeropuerto, pero allí estaba Milagros, una malagueña profesora de francés. Simpatizamos, y conocerla me hizo reflexionar sobre mi proyectado matrimonio con Judith. Después del verano, ya salía con Milagros. También nos veíamos sólo de vez en cuando, pero esos amores tienen siempre mucho incentivo para vivirlos. La cosa había cuajado entre nosotros, y yo preparaba mi viaje para conocer a su familia, cuando otra huelga me retuvo en Barajas. Entonces conocí a Alma, una jovencísima bióloga sueca. ¿Usted ha oído hablar del flechazo? Fue eso, exactamente. Me encontraba con Alma mucho menos de lo que lo había hecho con las otras, pero lo nuestro sí que era pasión, sobre todo en vacaciones. Precisamente unas vacaciones interrumpió mi encuentro con Alma una de estas dichosas huelgas, y ella debió de conocer a alguien más interesante que yo mientras esperaba, el caso es que cuando nos vimos me dijo que lo nuestro quedaba cancelado. Estuve sin novia una temporada, pero otra huelga me hizo pasar unas cuantas horas en el bar con una gallega de nombre Margariña. Mi corazón se enamoró otra vez, qué quiere que le diga, y mi viaje de hoy es para buscar piso, porque estoy pensando trasladarme a Pontevedra y casarme con ella. Antes eran los dioses, hoy son esos pilotos. Cambia la cara, pero siguen siendo las manos del destino. Menos mal que la espera se hace muy agradable, y hasta se agradece, cuando uno tiene la suerte de conocer a una mujer tan guapa y tan simpática como usted.



José María Merino

 

 

martes, 11 de febrero de 2014

VIVIR DEL CUENTO 5ª SEMANA

Continúan con éxito las sesiones de lectura de relatos en la biblioteca,  durante el último recreo de la semana.

El viernes 7 de Febrero escuchamos el cuento de Oscar Wilde, El  príncipe feliz. A pesar de la extensión del relato, los lectores de 4º de ESO consiguieron mantener la atención de los asistentes con su atractiva forma de leer.

En este enlace podéis encontrar el cuento de la semana:


 
 




martes, 4 de febrero de 2014

VIVIR DEL CUENTO 4ª SESIÓN


El pasado viernes 31 de enero tuvo lugar la cuarta sesión de Vivir del cuento.
Vicente y Julica leyeron los cuentos:
 
- Una llave no es suficiente de Agustín Fernández Paz.
- Lo importante de Magdalena Lasala.
 


 
A continuación os dejamos los cuentos para que podáis disfrutar de su lectura.
 
 

UNA LLAVE NO ES SUFICIENTE
 

Todo empezó hace unos días, justo en la fecha en la que yo cumplía años. Cuando leí aquel anuncio en el periódico, pensé que estaba delante de la gran oportunidad que venía buscando desde hacía tanto tiempo. Podía tener al alcance de la mano la solución de todos mis problemas. Porque allí lo decía bien claro:


 
Duplicamos
todas
con o sin muestra


Era, sin duda, la señal que estaba esperando.
Pero un poco más tarde ya me había invadido el desánimo otra vez. Podría tratarse de un cerrajero que exageraba para hacerse notar, ahora que hay tanta competencia y en cualquiera de los grandes almacenes te tropiezas con una sección de duplicado de llaves. ¿Cómo saber si era una buena pista?.
Decidí acercarme hasta las oficinas del periódico en el que lo había leído. Pedí que me dejasen consultar todos los ejemplares de las dos semanas anteriores. Pero en ninguno aparecía el anuncio. Sólo venía en el de ese mismo día, 29 de mayo, precisamente la fecha de mi cumpleaños. Claro, que muy bien podría ser que el cerrajero empezase a poner los anuncios en esa fecha y que continuasen en días posteriores. Decidí esperar.
Durante varios días aguardé expectante la llegada del periódico. ¡Nada! ¡El anuncio no volvió a aparecer nunca más! El hecho de que apareciese una vez sola y en una fecha tan señalada era para mí una señal inequívoca. ¡Valía la pena explorar aquella posibilidad!
Cogí el teléfono y marqué el número que aparecía en el anuncio. La voz masculina que me contestó no tenía nada raro, era más bien impersonal. Me dijo que tenía poco trabajo y que solamente abría la tienda por las mañanas, de doce a dos. La dirección que me dio era "calle de los Ángeles, 42". ¡Todo coincidía! Temblando de emoción, concerté una cita para el día siguiente.
El corazón no me cabía en el pecho cuando llegué al piso bajo del número 42 de la calle de los Ángeles. Llamé a la puerta y entré. Era un bajo pequeño y estrecho, el típico local que alquilan algunos zapateros o algunos cerrajeros para ejercer su oficio. Un hombre joven estaba al otro lado del mostrador, mirándome con curiosidad. Me dirigí a él:
-Buenos días. Soy el que llamó ayer por teléfono, ¿se acuerda de mí? El que le dijo que tenía que hacerle un encargo difícil.
- ¡Ah sí, ya me acuerdo! Pues usted dirá.
- Espero que no se ría. No estoy loco. Pero, la verdad, el encargo que quiero hacerle no es muy habitual.
- No se preocupe por eso. ¡Si le contase todas las cosas que he hecho!
- Pues verá… -había que decirlo rápido, así que cogí aliento y continué-: Llevo años buscando una llave muy preciada, sin haberla hallado nunca. ¡La llave de la felicidad! No la encuentro y mi vida es un infierno, La necesito: si no, no sé lo que voy a hacer…
- ¿Es sólo eso? -me interrumpió el cerrajero-. ¡Pues ya podía usted haber venido antes, que se habría evitado muchos sufrimientos!
Cuando vio mi expresión de asombro, continuó con una sonrisa:
- Mire, hace unos meses vino por aquí una chica rubia, más o menos de su edad, con el mismo encargo que usted. El trabajo me llevó su tiempo y muchas pruebas, porque no conseguía entender bien lo que ella quería. Más de dos meses estuve con esa llave. Pero por fin rematé mi trabajo. Y, como siempre que tengo un encargo difícil, en previsión de un nuevo pedido, hice algunas copias de reserva. Aguarde, que ahora le busco una.
Revolvió en la trastienda y, al poco tiempo, apareció con un sobre de cartón grueso, dentro del cual estaba la llave. Pagué por ella una cantidad que se me antojó irrisoria. Fui después hasta el paseo Marítimo y allí busqué un banco solitario. Me senté y, con movimientos nerviosos, abrí el sobre. ¡Allí estaba!
Era una llave muy hermosa, grande como las de las casa antiguas, hecha de un metal brillante, dorado y ligero. ¡La llave de la felicidad! ¡Ya era mía! Desde aquel momento todo iba a cambiar.
Eché a correr por la playa, lleno de alegría, asustando a las gaviotas a mi paso. De súbito me paré ¡Acababa de caer en la cuenta! Me inundó un sudor frío y tuve que apoyarme en una roca cercana. Todas las llaves sirven para abrir una puerta, precisan una cerradura en la que se puedan introducir... Yo tenía la llave de la felicidad, sí; pero ¿y la cerradura? ¿Dónde estaba la cerradura que me permitiría abrir la puerta que da paso a un mundo diferente?
Me entró un hondo desánimo y sentí lástima de mí mismo. Pasé un tiempo apoyado en la roca, hasta que un rayo de sol me dio en la cara. En el cielo se abrían pedazos de azul y, por uno de ellos, el sol quemaba con ganas. Renové mis ánimos. ¡No se conquistó Roma en un día! Bien mirado, lo importante era que ya tenía la llave. Ahora solamente faltaba que se me presentase la oportunidad de encontrar la cerradura y la puerta adecuadas. Y para eso tenía una buena referencia: la chica rubia que encargó una llave semejante a la mía. ¡Seguro que estaba predestinado a tropezarme con ella!
Desde aquel día ando por las calles de la ciudad mirando a todas las chicas rubias y de ojos azules. De momento no he visto nada especial en ninguna de las que he encontrado. Pero hay que tener paciencia y continuar. ¡Nadie ha dicho nunca que conseguir la felicidad sea cosa fácil!

Agustín Fernández Paz

Cuentos por palabras